PABLO DE ROKHA pedía a gritos, día por día : " Ante
todo, definamos".
Toda su obra, toda, la vivió.
La hizo carne, pero al modo de un creador que sabe muy bien que él viene de siempre, del
pasado remoto y del presente, repleto de la contingencia que desata nudos.
"Toda mi obra, toda, absolutamente toda, es trágico
dionisíaca, volcánica, insular, dramático-oceánica, como el Continente
Americano", exclama.
Salió al camino en Licantén, quiso ver con los ojos de un juglar
desbordante, la tierra, la sequía, el vino, las raíces, la mujer, el placer y el
dolor, el arrebato, el éxtasis.
Cuando lanzó LOS
GEMIDOS, tuvo que trabajar seis años en un fundo para poder pagar el
volumen.
De aquello dijo: "He pasado mi vida tratando de encontrar
un estilo que se identifique con mi destino".
Para que no se le juzgara como hombre de mimetismos, escribió:
"Mi estilo es expresión social de una época, como
expresión clásica. No olvidemos la definición que da Engels de lo clásico.
Bueno, me ciño a la definición de Engels y al encontrar el reflejo social de mi
tiempo, creo haberme encontrado a mí mismo, porque el hombre es
indiscutiblemente reflejo de la sociedad y se refleja en la sociedad. Existe el
enorme juego dialéctico en este hecho como en todos los hechos. De tal manera,
que influencias, no. No porque me crea demasiado grande ni nada de nada. Sino
sencillamente porque el hombre que investiga dentro de sí mismo en función del
pueblo, en función de la placenta materna de la tierra que lo engendró, puede
llegar a encontrar un modo, un lenguaje, un destino social, poético, que sea
suyo y creo que lo he encontrado y desarrollado porque lo he perseguido y lo
persigo todavía".
En 1945,una revista chilena ya extinta, muestra fotografías
en gris y negro que revelan una historia
sombría: el éxodo de desplazados-refugiados,
llegando desde otras fronteras, desposeídos y arrojados, llevando sus trajes raídos,
enfermos, harapientos, que vienen desde Polonia, Checoslovaquia, Hungría.
Vagan
de un lado a otro, sin otra perspectiva que morir de hambre en el invierno
europeo.
Con su voz que se adelanta a su época en 30 o más años, le significó durante mucho tiempo, el no ser
comprendido y menos aún, ser aceptado.
El hombre se auto-proclama "capitán de conciencias"
o "patriarca cósmico"; un ser que con su vida "va arañando el dolor
del Hombre y las entrañas de Dios con las uñas".
Por cierto, un Dios que no es tal, porque "le envenenó
la alegría de la existencia" y cuya desidia parece burlarse de las
desgracias del ser humano, él incluido.
Por ello, sus textos caóticos, fragmentados, desbordantes y
repetitivos, atacados y alabados, dicen:
"...mis pantalones continúan la raya quebrada del siglo;
semejante a
una inmensa oficina de notario,
poblado de
aburrimiento,
la tinaja
ciega de la voluntad llena de moscas.
"un muerto
errante llora debajo de mis canciones deshabitadas".
El Poeta ruge en un juego de luces, contrastes y truenos,
revelando una estética temeraria, alejada de lo tradicional que ensalza a
"poetrastros de salón recitando frente a gallinas perfumadas".
Es él quien "plantea la pelea de su época, reflejándola".
PABLO DE ROKHA habla, escribe, "canta" sobre esa
realidad desde su remota y particular forma que vocifera desde el papel al
clamor universal.
Inevitablemente es insistente: el caos y la fragmentación en sus versos y su
prosa; el tejido deshilvanado de ciertos textos; la repetición a ratos intolerable para
traspasar su corazón recogido en sí mismo.
Nos revela y canta las costumbres, dichos y viñetas de su
propio tiempo, voluptuoso, sensuales bocados de palabras que son el lenguaje de
lo entrañable de su país; entonces su
voz vociferante despliega su valentía, la devoción y rigor por su oficio y su
insobornable porfía.
Viajaba con su maleta
a cuestas como un dios fuerte y doloroso, en busca de los lectores de su letra.
Le sale al camino a
Moisés o a Jesucristo y los pone en letras de molde, los convierte en
poesía, viviendo lo popular, asendereándose jornadas completas.
No dió suspirillos ni se
atrevió a NO ser el mismo.
Desea fervientemente que no se le confunda con OTRO.
Los frentes de combate se abren a sus embestidas poéticas,
contra éste y contra aquel, en beneficio de lo que el estima la causa de la
verdad.
Llora fuertemente la muerte de su mujer Winett a quien dedica
un bello libro : FUEGO NEGRO.
Más que "dedicarlo" lo escribe por y para ella, alistándose
para ser un viudo que ya conoce la noche oscura del alma.
Llora a su mujer y al
mismo tiempo no pierde la conciencia de clases, y se lanza como un toro enrabiado
en la búsqueda de la forma que contenga su volcán interno que le permita plasmar la tormenta que lo
habita.
Constantemente, combate a quienes él cree facinerosos y traidores.
Las opiniones desfavorables hacia él que tanto han magnificado otros, palidecen
frente al caudal de sus reflexiones, anhelos, enseñanzas, angustias y alegrías
que dejó en miles de páginas, como un profeta telúrico e iracundo.
Poseedor de una poderosa
y tremenda claridad acerca de la moral en la vida, no lo definió
como un conservador a ultranza. Lo definía en realidad, como una cualidad de gran nobleza en
su quehacer y manera de ver el mundo.
Leerlo es un murmullo de lo que es CHILE: lacustre,
volcánico, valiente, contradictorio, persistente, atrabiliario, pícaro,
hipócrita, cansado, imaginario, amable y profundo.
"...sino fui más que un poeta con los brazos
quebrados".....
DERROTADO
MIL VECES, JAMÁS SE DIÓ POR VENCIDO.
La derrota sería el olvido, pero eso está lejos de suceder.
ResponderEliminarNo era un chileno común, y sin embargo plasmó en poesía la esencia misma de Chile. Nadie más lo ha logrado a ese nivel. Tras todo lo que he escarbado en su obra, estoy seguro de que el problema de tantos desencuentros no partieron de él, sino de una sociedad hipócrita que no tolera a hombres autónomos con carácter y voz propia.
Necesario escrito que comparto plenamente.
Un abrazo, Luisa.
Agradecida Jorge, de tu visión, que es compartida.
ResponderEliminarAtragantada la voz,pues susurro con claridad,que toda su obra, refleja la sangre que está en las venas de todos quienes le admiramos.
Que hermosas tus palabras con que describes al poeta popular.
ResponderEliminarcuando define su estilo como expresión social de la época citando a Engels, expresa muy bien la teoría del reflejo.
Es una consigna inspiradora derrotado mil veces, jamás se dio por vencido.
Pablo de Rokha vive en el corazón de los jóvenes y los más viejos que luchamos por servir al pueblo de todo corazón
.
PABLO DE ROKHA , POETA DE CHILE. Alejada de consignas innecesarias, mi opinión se suma a la de un sinnúmero de seguidores, atentos al descubrimiento de su vozarrón que se adivina en su voz y letra.
ResponderEliminarHoy me han dicho, la conmovedora situación personal de alguien muy querido para mí, que es haber descubierto a un poeta que no se puede predecir, ni etiquetar. Bueno, tantas cosas más. Mi privilegio está en la herencia de su pasión que se me hace ingobernable en lo personal. Gracias por vuestras palabras.