jueves, 21 de junio de 2012

LA ALTA POLÍTICA NO LLEGA A PUERTO CISNES




Vengo llegando de Puerto Cisnes, una zona extrema de Chile, de bosques impenetrables y ríos transparentes, y me bajo del avión que me trajo desde Balmaceda y estoy otra vez en el "centro" de Chile, en Santiago. 

A mi llegada, me vuelvo a encontrar con las mismas discusiones bizantinas y narcisistas de la "alta" política chilena.

 Los mismos de siempre se enfrentan en los medios, hacen declaraciones rimbombantes, autorreferentes, muchas veces vacías. Son los actores del docureality de la baja política.

En mi retina y en mi alma todavía están los rostros de los chilenos que habitan nuestras hermosas y difíciles latitudes. 

Está en primer lugar el del juez de letras y escritor de Puerto Cisnes (él prefiere decir que es escritor y juez de letras), Juan Mihovilovic. 

Un juez justo, que hace su trabajo con rigor y dedicación. 

Autor de notables novelas que tocan los abismos del alma humana, pertenece a una generación de abogados idealistas, de espíritu humanista (como lo fuera el poeta y también juez de Isla de Pascua Alberto Rubio). Puerto Cisnes -y todos los pueblos del Chile alejado del centro- está lleno de héroes anónimos como él.

Está el locutor de una radio local, que entrevista, lee los comerciales y al mismo tiempo cobra los avisos. 

O "Ya Llego" -así lo bautizaron -, el hombre que atiende el almacén farmacéutico del pueblo, y que muchas veces no está detrás el mesón, pero sí su celular anotado en la puerta de entrada para venir a atender al cliente que llegue capeando el frío de este invierno. 

Cuando lo llaman, siempre responde: "Ya llego".

Y está la bibliotecóloga a la que hasta hace poco no le gustaba leer, que se calienta las manos en una precaria estufa que no alcanza para calefaccionar la biblioteca y que intenta ponerse al día para atender a los que vienen a buscar un libro, artículo de primera necesidad en esas soledades. 

Y la mujer que me contó tenía a su hijo con neumonía (en un pueblo donde no hay un pediatra) y que me enseña a sonreír ante la fatalidad con inexplicable paciencia.
 
Algunos de ellos vieron con asombro desembarcar desde remolcadores a los "guanacos" llegados de Santiago, en los días de las protestas regionalistas.

Ellos, con su característica simpatía y calidez patagónica, pusieron en jaque por unos días al poder central. 

El mismo que hoy se mira el ombligo, el Chile de los políticos de escritorio, cuyo sonsonete escucho como música de fondo otra vez; un Chile abstracto que no tiene nada que ver con el Chile que se fundó desbrozando selvas o sembrando desiertos; el Chile que se hace todos los días desde el amor y no desde el amor al poder. 

Veo a un Presidente preso de las encuestas, sin visión a largo plazo, sin convicción ni sentido genuino de la autoridad, y a una oposición sobreviviente y cortoplacista, agónica, sin proyecto ni ideas.

Y pienso en el juez de mirada limpia y en "Ya Llego", llegando siempre cuando tiene que llegar. 

Y siento que la política chilena no ha llegado todavía al fondo de Chile, y cuando llega, llega tarde a solucionar los problemas reales de los habitantes de un país que existe casi por milagro. 

Chile siempre ha sobrevivido al borde de su abismo geográfico, pero hoy está al borde de un abismo político, una descomposición que -soberbiamente- siempre hemos creído sólo pueden padecerla los "argentinos". 

Cuando se inicia ese deterioro, siempre hay un punto de no retorno: cuando los mejores se retiran de la política y su lugar vienen a ocuparlo los mediocres y, a poco andar, los corruptos.

En ese abismo los países pueden caer fácilmente -como glaciares derretidos- y hundirse arrastrados por una élite mediocre y fatua, ante la mirada atónita de sus habitantes, abandonados a su propia suerte. 

Y aunque "Ya Llego" abra ese día su almacén farmacéutico, la baja política ya habrá contagiado irremediablemente al resto, y el remedio será más difícil de encontrar que una Dipirona en un día de frío en Puerto Cisnes.

por Cristián Warnken

Jueves 21 de Junio de 2012


2 comentarios:

  1. Mi marido vivió en Puerto Cisnes 8 meses

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  2. Esto produce un cambio radical en el poeta.
    Pronto me referiré a ello. Saludos!!!

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