miércoles, 23 de mayo de 2012
MADRUGADAS
El ritmo de las horas, los tiempos de cada cual, el recambio de gentes amadas que se disgregan y van a sus propios viajes acompañados en la memoria amorosa del recuerdo; personas que aparecen, hacen un guiño de esos con sabor a compañía grata, y todo es un movimiento escasamente rítmico, hay que sobrevivir, porque las ausencias también se generan dentro de mi por los otros, y los círculos se van cerrando y nuevas elipsis entran en el juego verdadero, como cantaban unos amigos del alma de la reflexión callejera.
Desparpajo inevitable, invisibilidad jamás premeditada, no existe la pulsera-reloj, que elegantemente girábamos la muñeca del brazo para decir lo que las manecillas mostraban.
El vértigo, el vértigo.
Horarios enloquecidos, sonrisas ausentes, palabras mudas que no se regalan sin ton ni son, como un antes cualquiera. Resistiendo la poderosa sensación de vivir alineada de mi propia vida, tanteando senderos nuevos, aprendizajes diferentes, oficios dignos, el universo inabarcable.
Conocidos vicios de la voz y la mentira que rozan la ternura y la compasión.
Alegrías falsas y de pobreza emotiva.
El mundo... ay!! mi mundo.
Jamás se desintegra... solo cambia.
Por qué no, todo cambia, cantábamos con la Mercedes, amiga de mis sensibilidades torpes y admiradora de su voz grave de antaño.
Sí. Sí. Es el vocablo para la aceptación.
Desaparecida en acción,reza la frase que de broma se repite tontamente.
Hoy cobra todo su sentido.
Valor.
martes, 22 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
MEDALLITA DE ORO
Uno no le pertenece a nadie.
Hay una suerte de aprendizaje a porrazo limpio por la entrega solidaria y generosa de ofrecer la mano para cuando alguien necesita colaboración, y esto acarrea mucho ruido.
Gente alrededor que cacarea declaraciones rimbombantes y brindis por sus vidas pletóricas de expectativas y resultados, agradecimientos alcohólicos por mi solidaridad y aunque no literal la frase, me ha sido otorgada: "fundamental" , "que estoy en el cielo" (¡¡!!).
Si alguien supiera que esto "de ser buena gente" me supera.
Que forma parte de mi arquitectura, mi construcción. Que me es inevitable.
Aprendiendo estoy para recuperar las riendas de todo esto.
Es para observar el fenómeno.
Me he quedado silenciosa, rodeada de elogios,callada.
No tengo más espacio en la solapa para tanta medalla doradita de bronce spray.
Sola y solitaria.
En vez de alegrarme, siento lo tóxico de las famosos discursos obsoletos de tanta oírlo, un eco interminable, una palabra tras otra para de nuevo, celebrar la bendición de mi existencia, dejando establecido de algún modo, que le perteneces a los demás porque te aman.
Jódanse.
Yo soy mía, ahora. Qué agote del alma, qué decepción y sonrisa triste, desgarrada el alma cuando ya no sirves... haciendo evidente la soledad, pero la agradezco.
Es maravilloso estar sola, ser solitaria y practicar rituales propios (adorables,) para sumergirse en un estado de soledad elegido.
miércoles, 16 de mayo de 2012
JUEGO UNO
El primer juego tenía
algo perturbador.
Una hermosa
doncella de tamaño natural, protegía su pecho desnudo
con sus brazos
cruzados firmemente.
El jugador debía
intentar apartar esos brazos para poder ver sus
senos metálicos.
Insertó una
moneda, en la ranura de los labios de la
mujer y se dedicó
a obligarla a que apartara los brazos.
Pero el acero se
resistía con firmeza.
Tiró con más
fuerza.
Poco a poco, su
rostro se fue desfigurando.
Como ella
expresaba una inconfundible angustia, tuvo
la sensación de
estar cometiendo una violación.
Se tensó tanto que
los músculos empezaron a dolerle.
Un grito de la
joven lo aterró.
Oírla, porque la
sabía muda.
Muda de mudez.
Muda de sonidos
perceptibles.
Sus propios ojos
huecos de vacío ciego, lo obligaba a taparle la boca, para callarla.
Entonces,la golpeó.
Ambos suspiraron aliviados.
lunes, 14 de mayo de 2012
MURMULLOS INENTENDIBLES.
Es hora,
llegó la hora.
Apoyo mi
frente entre pulgares: pienso.
Me
repito, no puedo seguir así , no puedo respirar, el arco del paladar me lastima,
golpeas la puerta, con un empujón brutal a patadas apareces, imagen
blanco/negro, tu figura a contraluz.
No se detienen mis latidos asustados en toda la
piel erizada.
Lo repito,
nunca más.
Pero me
arrastras, y los tobillos por el piso, no hacen un solo sonido.
Puedo
oírte como bufas, animal de pura hiel e ira : te observo con estos ojos que
odian el odio, y repito.
Nunca más.
domingo, 13 de mayo de 2012
"Perdóname el haberte dado la vida", escribió PABLO DE ROKHA en Carta perdida a Carlos de Rokha.
CASCADA DE COPA
Escribid mi nombre en el libro de la noche
Donde yo anuncio la venida de un océano más negro
A la caída de los pájaros que han perdido sus alas
Sobre los follajes en que sangra el sol
Es preciso saber sonreír a cualquier precio
Ser el paseante de un bosque de árboles negros y blancos.
Las araucarias puede servirnos de puentes levadizos
O de lo contrario todo estaría perdido
Al borde de un espejo sin fondo
Donde un gran pájaro de nieve imita las cascadas
Decidme
Dónde hay una reina que devore el corazón del prisionero
Decidme
Cuántos ángeles pueden nadar en una gota de agua.
Por Roberto Careaga C. La Tercera, Viernes 5 de Agosto de 2011
Después de la muerte de su madre, en 1951, el poeta Carlos de Rokha inició una rutina: cada cierto tiempo ingresaba al Hospital Siquiátrico, en Recoleta.
"Me retiro a mis palacios de invierno", anunciaba.
El hijo mayor del poeta Pablo de Rokha vivía en altos y bajos.
Duros bajos.
Medicado por su siquiatra, era parte de la escena literaria chilena de la época y frecuentaba a los surrealistas del grupo La Mandrágora, a Eduardo Anguita, a Jorge Teillier y a Enrique Lihn, entre otros.
Internado, no detenía su caudal poético.
Por el contrario, el resto de los internos eran sus cómplices: "Verde vejiga", pedía, y un paciente se acercaba con la pintura de ese color.
Los entrenaba para que fueran sus ayudantes.
Una mezcla de pastillas y alcohol acabó con la vida de Carlos en 1962.
Tenía 42 años y ya pintaba para leyenda.
"Era el único que se ajustaba al orbe de los valores surrealistas", decía Lihn hablando de la poesía chilena, mientras Anguita lo llamaba "iluminado" y Mahfud Massis lo consideraba un "poeta sin redención posible".
Antes de su muerte, Carlos publicó Cántico profético al primer mundo (1944) y el Orden visible (1956). Póstumos aparecen Memorial y llaves (1964) y Pavana del gallo y el arlequín (1967).
Por años, ha corrido la historia de los inéditos del hijo de De Rokha y ahora son publicados.
En el marco del nuevo impulso de la editorial Multitud, el sello creado por Pablo de Rokha, la Fundación que lleva el nombre del clan, con apoyo del poeta Galo Ghigliotto, puso en librerías cuatro títulos de la familia.
Tres son reediciones de libros desaparecidos: Acero de invierno y la autobiografía El amigo piedra, de Pablo, y Oniromancia, de su esposa Winett.
La novedad es el segundo volumen de El orden visible, inédito de Carlos.
Según cuenta Patricia Tagle, directora de la Fundación De Rokha, su tío Carlos dejó una gran cantidad de textos inéditos. Todos perfectamente ordenados: en cuadernos Torre, están sus poemas escritos en una letra precisa y limpia.
También están las instrucciones para ensamblar el segundo tomo de El orden visible.
Y las de un tercero, que se publicará próximamente.
Este nuevo libro está compuesto por poemas escritos por Carlos de Rokha entre los 25 y 30 años.
Plagado de imágenes surrealistas, sólo comparte con la voz de su padre la vocación por la desmesura.
Relato de un viaje, luminoso, pero sobre todo trágico, los poemas bordean constantemente la muerte.
Anotó el autor: "Estoy herido, amigos. Herido de surtidores mágicos cuyas anunciaciones me desvelan".
La poesía de Carlos iba a modificarse con los años, pero no perdería la intensidad ni su cercanía con la tragedia. "Surrealista en esta puro", como le decía Lihn, Carlos ganó en 1961 y 1962 el Premio Municipal de Poesía.
Por esos años, la vida diaria andaba mal.
No era raro que amenazara con suicidarse.
Entraba y salía del siquiátrico, hasta donde Patricia Tagle le llevaba casi todos los días comida hecha en casa.
El 29 de septiembre de 1962 mezcló alcohol y pastillas.
Nunca quedó claro si quería suicidarse.
Para Pablo de Rokha fue un duro golpe. "Perdóname el haberte dado la vida", escribió el líder del clan en Carta perdida a Carlos de Rokha.
Seguía así:
"Mi sombra rugiente te hacía daño, te hería, te envenenaba a ti, tan alto y bueno como eras, porque los poetas como tú y yo, no deberíamos ser hijos de nadie, padres de nadie".
La tragedia no abandonó a la familia: seis años después se mató otro hijo, Pablo, y a los pocos meses el autor de Epopeya de las comidas y bebidas de Chile se suicidó.
Con el mismo sello Multitud, próximamente publicarán otro título del patriarca (Jesucristo) y rescatarán toda la obra del clan.
"Lo que me queda de vida pienso dedicarlo a publicar libros y mostrar cuadros. Es mi proyecto de vida", dice Patricia Tagle.
Martes, 14 de febrero de 2012
Escribid mi nombre en el libro de la noche
Donde yo anuncio la venida de un océano más negro
A la caída de los pájaros que han perdido sus alas
Sobre los follajes en que sangra el sol
Es preciso saber sonreír a cualquier precio
Ser el paseante de un bosque de árboles negros y blancos.
Las araucarias puede servirnos de puentes levadizos
O de lo contrario todo estaría perdido
Al borde de un espejo sin fondo
Donde un gran pájaro de nieve imita las cascadas
Decidme
Dónde hay una reina que devore el corazón del prisionero
Decidme
Cuántos ángeles pueden nadar en una gota de agua.
Por Roberto Careaga C. La Tercera, Viernes 5 de Agosto de 2011
Después de la muerte de su madre, en 1951, el poeta Carlos de Rokha inició una rutina: cada cierto tiempo ingresaba al Hospital Siquiátrico, en Recoleta.
"Me retiro a mis palacios de invierno", anunciaba.
El hijo mayor del poeta Pablo de Rokha vivía en altos y bajos.
Duros bajos.
Medicado por su siquiatra, era parte de la escena literaria chilena de la época y frecuentaba a los surrealistas del grupo La Mandrágora, a Eduardo Anguita, a Jorge Teillier y a Enrique Lihn, entre otros.
Internado, no detenía su caudal poético.
Por el contrario, el resto de los internos eran sus cómplices: "Verde vejiga", pedía, y un paciente se acercaba con la pintura de ese color.
Los entrenaba para que fueran sus ayudantes.
Una mezcla de pastillas y alcohol acabó con la vida de Carlos en 1962.
Tenía 42 años y ya pintaba para leyenda.
"Era el único que se ajustaba al orbe de los valores surrealistas", decía Lihn hablando de la poesía chilena, mientras Anguita lo llamaba "iluminado" y Mahfud Massis lo consideraba un "poeta sin redención posible".
Antes de su muerte, Carlos publicó Cántico profético al primer mundo (1944) y el Orden visible (1956). Póstumos aparecen Memorial y llaves (1964) y Pavana del gallo y el arlequín (1967).
Por años, ha corrido la historia de los inéditos del hijo de De Rokha y ahora son publicados.
En el marco del nuevo impulso de la editorial Multitud, el sello creado por Pablo de Rokha, la Fundación que lleva el nombre del clan, con apoyo del poeta Galo Ghigliotto, puso en librerías cuatro títulos de la familia.
Tres son reediciones de libros desaparecidos: Acero de invierno y la autobiografía El amigo piedra, de Pablo, y Oniromancia, de su esposa Winett.
La novedad es el segundo volumen de El orden visible, inédito de Carlos.
Según cuenta Patricia Tagle, directora de la Fundación De Rokha, su tío Carlos dejó una gran cantidad de textos inéditos. Todos perfectamente ordenados: en cuadernos Torre, están sus poemas escritos en una letra precisa y limpia.
También están las instrucciones para ensamblar el segundo tomo de El orden visible.
Y las de un tercero, que se publicará próximamente.
Este nuevo libro está compuesto por poemas escritos por Carlos de Rokha entre los 25 y 30 años.
Plagado de imágenes surrealistas, sólo comparte con la voz de su padre la vocación por la desmesura.
Relato de un viaje, luminoso, pero sobre todo trágico, los poemas bordean constantemente la muerte.
Anotó el autor: "Estoy herido, amigos. Herido de surtidores mágicos cuyas anunciaciones me desvelan".
La poesía de Carlos iba a modificarse con los años, pero no perdería la intensidad ni su cercanía con la tragedia. "Surrealista en esta puro", como le decía Lihn, Carlos ganó en 1961 y 1962 el Premio Municipal de Poesía.
Por esos años, la vida diaria andaba mal.
No era raro que amenazara con suicidarse.
Entraba y salía del siquiátrico, hasta donde Patricia Tagle le llevaba casi todos los días comida hecha en casa.
El 29 de septiembre de 1962 mezcló alcohol y pastillas.
Nunca quedó claro si quería suicidarse.
Para Pablo de Rokha fue un duro golpe. "Perdóname el haberte dado la vida", escribió el líder del clan en Carta perdida a Carlos de Rokha.
Seguía así:
"Mi sombra rugiente te hacía daño, te hería, te envenenaba a ti, tan alto y bueno como eras, porque los poetas como tú y yo, no deberíamos ser hijos de nadie, padres de nadie".
La tragedia no abandonó a la familia: seis años después se mató otro hijo, Pablo, y a los pocos meses el autor de Epopeya de las comidas y bebidas de Chile se suicidó.
Con el mismo sello Multitud, próximamente publicarán otro título del patriarca (Jesucristo) y rescatarán toda la obra del clan.
"Lo que me queda de vida pienso dedicarlo a publicar libros y mostrar cuadros. Es mi proyecto de vida", dice Patricia Tagle.
Martes, 14 de febrero de 2012
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