Es hora,
llegó la hora.
Apoyo mi
frente entre pulgares: pienso.
Me
repito, no puedo seguir así , no puedo respirar, el arco del paladar me lastima,
golpeas la puerta, con un empujón brutal a patadas apareces, imagen
blanco/negro, tu figura a contraluz.
No se detienen mis latidos asustados en toda la
piel erizada.
Lo repito,
nunca más.
Pero me
arrastras, y los tobillos por el piso, no hacen un solo sonido.
Puedo
oírte como bufas, animal de pura hiel e ira : te observo con estos ojos que
odian el odio, y repito.
Nunca más.
Me alegra reencontrarte poéticamente, querida Luisa. Un fuerte abrazo.
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