CASCADA DE COPA
Escribid mi nombre en el libro de la noche
Donde yo anuncio la venida de un océano más negro
A la caída de los pájaros que han perdido sus alas
Sobre los follajes en que sangra el sol
Es preciso saber sonreír a cualquier precio
Ser el paseante de un bosque de árboles negros y blancos.
Las araucarias puede servirnos de puentes levadizos
O de lo contrario todo estaría perdido
Al borde de un espejo sin fondo
Donde un gran pájaro de nieve imita las cascadas
Decidme
Dónde hay una reina que devore el corazón del prisionero
Decidme
Cuántos ángeles pueden nadar en una gota de agua.
Por Roberto Careaga C. La Tercera, Viernes 5 de Agosto de 2011
Después
de la muerte de su madre, en 1951, el poeta Carlos de Rokha inició una
rutina: cada cierto tiempo ingresaba al Hospital Siquiátrico, en
Recoleta.
"Me retiro a mis palacios de invierno", anunciaba.
El hijo mayor del poeta Pablo de Rokha vivía en altos y bajos.
Duros bajos.
Medicado
por su siquiatra, era parte de la escena literaria chilena de la época y
frecuentaba a los surrealistas del grupo La Mandrágora, a Eduardo
Anguita, a Jorge Teillier y a Enrique Lihn, entre otros.
Internado, no detenía su caudal poético.
Por
el contrario, el resto de los internos eran sus cómplices: "Verde
vejiga", pedía, y un paciente se acercaba con la pintura de ese color.
Los entrenaba para que fueran sus ayudantes.
Una mezcla de pastillas y alcohol acabó con la vida de Carlos en 1962.
Tenía 42 años y ya pintaba para leyenda.
"Era
el único que se ajustaba al orbe de los valores surrealistas", decía
Lihn hablando de la poesía chilena, mientras Anguita lo llamaba
"iluminado" y Mahfud Massis lo consideraba un "poeta sin redención
posible".
Antes de su muerte, Carlos publicó Cántico profético al primer mundo (1944) y el Orden visible (1956). Póstumos aparecen Memorial y llaves (1964) y Pavana del gallo y el arlequín (1967).
Por años, ha corrido la historia de los inéditos del hijo de De Rokha y ahora son publicados.
En
el marco del nuevo impulso de la editorial Multitud, el sello creado
por Pablo de Rokha, la Fundación que lleva el nombre del clan, con apoyo
del poeta Galo Ghigliotto, puso en librerías cuatro títulos de la
familia.
Tres son reediciones de libros desaparecidos: Acero de invierno y la autobiografía El amigo piedra, de Pablo, y Oniromancia, de su esposa Winett.
La novedad es el segundo volumen de El orden visible, inédito de Carlos.
Según
cuenta Patricia Tagle, directora de la Fundación De Rokha, su tío
Carlos dejó una gran cantidad de textos inéditos. Todos perfectamente
ordenados: en cuadernos Torre, están sus poemas escritos en una letra
precisa y limpia.
También están las instrucciones para ensamblar el segundo tomo de El orden visible.
Y las de un tercero, que se publicará próximamente.
Este nuevo libro está compuesto por poemas escritos por Carlos de Rokha entre los 25 y 30 años.
Plagado de imágenes surrealistas, sólo comparte con la voz de su padre la vocación por la desmesura.
Relato de un viaje, luminoso, pero sobre todo trágico, los poemas bordean constantemente la muerte.
Anotó el autor: "Estoy herido, amigos. Herido de surtidores mágicos cuyas anunciaciones me desvelan".
La poesía de Carlos iba a modificarse con los años, pero no perdería
la intensidad ni su cercanía con la tragedia. "Surrealista en esta
puro", como le decía Lihn, Carlos ganó en 1961 y 1962 el Premio
Municipal de Poesía.
Por esos años, la vida diaria andaba mal.
No era raro que amenazara con suicidarse.
Entraba y salía del siquiátrico, hasta donde Patricia Tagle le llevaba casi todos los días comida hecha en casa.
El 29 de septiembre de 1962 mezcló alcohol y pastillas.
Nunca quedó claro si quería suicidarse.
Para Pablo de Rokha fue un duro golpe. "Perdóname el haberte dado la vida", escribió el líder del clan en Carta perdida a Carlos de Rokha.
Seguía así:
"Mi
sombra rugiente te hacía daño, te hería, te envenenaba a ti, tan alto y
bueno como eras, porque los poetas como tú y yo, no deberíamos ser
hijos de nadie, padres de nadie".
La tragedia no abandonó a la familia: seis años después se mató otro hijo, Pablo, y a los pocos meses el autor de Epopeya de las comidas y bebidas de Chile se suicidó.
Con el mismo sello Multitud, próximamente publicarán otro título del patriarca (Jesucristo) y rescatarán toda la obra del clan.
"Lo que me queda de vida pienso dedicarlo a publicar libros y mostrar cuadros. Es mi proyecto de vida", dice Patricia Tagle.
Martes, 14 de febrero de 2012
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